más allá de las nubes
- ¿Ha apuntado bien?
- Sí mi Sargento. Eran las cinco de la tarde. A veinte días del mes de marzo de 2007.
Cuando llegó Lucía, corriendo y gritando “Venid, venid” en su cara se leía la palabra “estupefacción” “venid, venid todos” – se la oía vociferar por las calles adoquinadas del pueblo.
Se abrían los ventanales y las puertas de los vecinos del pueblo, sorprendidos y estremecidos por los gritos.
- ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? – se preguntaba de ventana a ventana.
- La hija de la Juana, que anda gritando como una loca – contestaba otra.
- Tenía los ojos fuera de las órbitas, como si hubiera visto al mismo Lucifer – explicaba otra.
- ¡Por Dios! ¡Por Dios! ¡Pobre chiquilla! – exclamaban.
Y mientras las calles se llenaban de murmullos, su madre salió a buscarla.
- ¿Hija qué te pasa? ¿Qué diablo llevas dentro? ¿Lucía?
- ¡Venid venid todos!
Lucía agarró fuertemente a su madre de la mano. Calle arriba, volvió a andar los adoquines con un tumulto de vecinos detrás.
- ¿Pero hija, dime algo? ¿Qué pasa?
- ¡Venid venid todos!
Cuando llegaron a las afueras del pueblo, enfrente del cementerio, todos los allí presente exclamaron.
-¡Oooooooohhh!
¿Cómo escribo esa sensación mi sargento?
Da igual. Escríbala cómo se entienda. Lo importante es que aquel día ni llovía ni hacía sol. El cielo era claro y despejado. Es una señal que vamos bien encaminados.
Y tras un largo asombro, el Tano sentenció:
- ¡Hay que avisar al alcalde!
- ¡Venid todos, venid todos! – continuaba gritando Lucía – mientras se aproximaba hacia la blanca y esponjosa masa de nube que había en el camino al arroyo - ¡Tocadla, tocadla!
La mayoría de los hombres se fueron a buscar al Alcalde y su séquito, la mayoría de las mujeres continuaban calladas como estatuas, sin palabras ante lo que veían sus ojos, mientras los jóvenes y pequeños tocaban la nube boquiabiertos.
- Si se escapa entre los dedos.
- Sí, y no huele a nada.
- Sí. ¿Y si nos subimos en ella?
Y a la solitaria nube le crecieron enanos y duendes traviesos que correteaban y jugueteaban entre la niebla de aire y agua.
-¿Y cuando llegó el Sr. Alcalde? – preguntó el Sargento
- Según la declaración. Eran las 5.15
Cuando llegó el señor Alcalde, el Teniente Alcalde, el Primer Teniente de Alcalde, la Segunda Teniente de Alcalde, el Tercer Teniente de Alcalde y Tano con paso precipitado, los niños siguieron jugueteando y la mayoría de las mujeres salieron del estado de alucinación.
El Alcalde estupefacto llamó al orden al pueblo, y a los niños primeros.
- ¡Bajad de la nube!
Y el pregonero del pueblo anunció: “Por orden del señor Alcalde se declara la nube visitante intocable para los vecinos. Esta misma noche, el Señor Alcalde pondrá un vigilante para su custodia”
- Y aquí estamos mi sargento. Custodiando la nube, pero si la nube sube para arriba, no la voy a retener.
-No se preocupe, y tome nota de todo lo que vea y oiga…
2 Comments:
A los sueños no hay autoridad que los custodie.
Muy bueno.
Mas alla de las nubes, puede que se encuentren los sueños, cuando los sueños son colectivos, es otro cuento, da que pensar.
Un abrazo.
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