Ella imagina...

jueves, agosto 03, 2006

un día pavimentado


Es fácil escribir un libro que se venda como las rosquillas en una feria o los churros de los domingos. Pondrá un ejemplo.

A las 19.41 horas en alguna parte de la Tierra,

Y me he levantado a las 6.50 horas. Amanece.
He sentido unas ganas “enormes” de asesinar a quien inventó primero el tiempo y luego el trabajo. (uno me va haciendo mayor y el otro no me dignificará nunca).
La báscula, después de la ducha, marcaba 52.
El primero bien cargadito.
El cepillado de dientes, la crema nutritiva, vaselina en los labios, y colonia.
Y eran las 7.40, cuando las sandalias pisaban la acera. Y una camiseta blanca, un pantalón verde y la cara recién lavada, bajo las gafas de sol.
Ah, y la botella de agua junto a algún pliegue de la sábana dibujado, todavía, en el cuerpo.
Me he ido, dejándole dormir. Un pos-it pegado en la nevera: Y hoy no ha besado el piercing de tu lengua. Deja las llaves en el buzón.
He visto, de nuevo, a un hombre que espera ser recogido para ir al trabajo.
Necesito vacaciones, he pensado en algún momento, lo sé.
He conducido hacia el trabajo con el hilo musical de las malas lenguas, de los hermanos auserón, y 5 rotondas después, del autobús verde se baja la mujer de rasgos latinos y a la décima rotonda (detesto las rotondas, y más las reguladas por semáforos… ¡ya no regulan el trafico!) he llegado tras autopistas, junto a un café con hielo, y he sido “rutinas” durante horas.
Posiblemente, he usado las siguientes coletillas; bien, algún de acuerdo, jam jam, claro, claro.
He recibido una foto de E. en Tarifa. Está contenta en un barquito chiquitito.
A. me manda un correo electrónico desatando su ira. A. me llama para poner a “parir” a la Fnac.
P. A. M y otras chicas del montón están pisando las tierras altas.
He hablado con mi madre, que está en la playita del Levante, y desde este lado, se huele a la mar…
B. me trae un ejemplar del Cuadernos del Matemático.
S. viene a charlar un rato, y su timidez hace que nazca en mí una verborrea incontrolada. (a veces, cuanto me detesto, aunque otras veces me ame demasiado)
Por despiste he tenido que volver apenas estaba saliendo del garaje.
De regreso, el séptimo vicio cinematográfico y hoy, como si fuera la misma escena repetida, día tras día, el chico de las gafas negras ya había cruzado el semáforo. Y ha vuelto a mirar el color del coche.
El menú de hoy, jueves 3 de agosto de 2006: croquetas “caseras” de boletus y verduras rebozadas. Postre helado de nata y trufa.
Una voz me llamaba, P ven P ven P ven, y he caído en la telaraña del sueño…
El móvil me ha despertado, llama A. para ir a por las guías turísticas (Creo que tendré que llevar abrigo como siga encontrándome con personas que han regresado de donde iré)
De paso, dejaré el dvd Syriana (explíquese porqué las pelis políticas son tan enrevesadas, pasan las secuencias y joder hasta que no llega el trazo final, no se enlaza la trama)
He quedado a las 9 y hace demasiado calor.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Quién no es capaz de perder la brújula en un laberinto de ciegos.

http://elsexodelasmoscas.bitacoras.com

12:59 a. m.  
Blogger @Igna-Nachodenoche said...

Este libro aún está en blanco, y la verdad no es que no sean ganas, mejor llámale pereza, aunque el tuyo si lo continuaras...

Y se han escrito de peores y han sido publicados jejeje.
Un abrazo.

11:06 a. m.  

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