cube
Dentro de aquel pequeño cubículo plateado, en cuyo frontal no había un espejo donde depositar unos minutos en retocarse los labios, atusarse la melena, o retocarse la falda, observaba cómo los números “siempre en rojo” iban descendiendo; 4, 3. Intentaba con la vista tocar los símbolos de braille. 2, 1. Planta baja. No se abrían las puertas. Pulsó el botón. No se abrían. Volvió a pulsar de nuevo. El mismo resultado. Nadie subía. Otra vez, los números comenzaron a ascender. Sin un sentido. Sin un porqué. Pulsó la planta baja. Pulsaba. Otra vez pulsar pero seguía subiendo. Y sin saber en qué planta se encontraba, notó que bajaba. Del 9 al 8. Y seguía bajando, pero lentamente, hasta que se detuvo unos segundos, y de nuevo, se iluminó el número 9… Así todas las combinaciones posibles de ascensos, frenadas, descensos y paradas. De pronto, las paredes de la pesadilla comenzaron a derretirse y un sudor frío la despertó de un sobresalto… Era hoy.
4 Comments:
Las paredes parecen cada vez mas cerca, como si quisieran aprisionarte.. falta el aire...
Siempre es hoy. Menos el día que no despiertes.
Me ha gustado como has concentrado esa intriga en tan poco espacio. Da gusto terminarlo para poder respirar. Besote.
Por unos momentos mientras te leía un sudor frío recorrió mi cuerpo.
¡¡¡Vaya día!!!
Un abrazo.
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