apología
El chasquido de la piedra que prenderá la llama. Y mil imágenes por segundo son rescatadas de una memoria adormecida; unas palabras imprecisas, un gesto con la mano, o una mirada hacia la nada de sus ojos pardos. Y volvería a fumar. Daría la primera calada, intensa con los ojos cerrados, para convertirse nuevamente en volutas de humo, mientras los pulmones son narcotizados por un leve chasquido. De nuevo, aire…
4 Comments:
No tiene por qué estar fumando tabaco, ¿no?
Yo nunca he fumado (ni siquiera tabaco), pero cosas tan nimias como el sonido de la piedra del mechero pueden despertarme los recuerdos y puedo entender la sensación de desvanecerse en las espirales de humo del cigarro.
¿Sustituyen hoy las alabanzas al tabaco a las antiguas alabanzas al vino? Quizá... aunque tu texto es demasiado intimista y delicado para ponerlo en esa tradición.
Para mí, el acto de fumar (aunque yo no fumo) siempre ha tenido algo poético. Tu texto explota esta vertiente del fumar.
Y para mí cinematográfico: fumar y Humphry Bogart, desde el blanco y negro de los recuerdos.
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